10 de enero de 2009

El inicio; o el final del todo.






Me llamó, a la una de la madrugada, un miércoles cualquiera. Tenía la voz entrecortada y parecía que había bebido unas copas de más (pero yo se lo perdonaría). Dijo que estaba en un bar de carretera debatiéndose entre volver o quedarse. Tenía miedo, los dos lo teníamos. Yo le dije, que tenía el corazón apunto de ahogarse. Y él me sonrió, como siempre hacía - no me había sentido nunca tan culpable como aquella noche. Le había dejado escapar para siempre, lo sabía- Y entonces, colgó. Y las ilusiones que tenía puestas en que volverían se rompieron en mil pedazos. Me había dejado una nota en la nevera, me quería, pero se iba porque el dolor que sentía era tan grande que no podía mejorarlo.

Lo nuestro se rompió con una post-it de despedida. Hoy, le recuerdo y aún noto mariposas en mi interior o que mi corazón se revoluciona si uso su colonia para sentirlo cerca. Todo los miércoles del año son iguales. Llevo el teléfono en la mano por si él me llamara. Y busco compasión en las notas del piano que aprendí junto a él. Cada día leo las cartas que me atreví a escribirle con todas las cosas que no le dije nunca, por si se decidía a volver.

No ha vuelto a llamarme.
Yo, aquella noche le perdí.

2 comentarios:

  1. "mi corazón se revoluciona si uso su colonia para sentirlo cerca"

    A mi se me revoluciona tanto que duele más de lo permitido...=S

    Me gusta cómo escribes. Te agrego a mis links =)

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  2. Yo en general escribo cosas muy trágicas xD.
    No, el tren no se la lleva, es una mención a eso del "tren que se va" (no sé si es así, pero yo me entiendo).
    Me encanta tu blog, sin duda vas a mis links pero ya :D
    Carlos

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