13 de agosto de 2013

Sonaba jazz en aquel motel (II)

El rubor de tus mejillas
es la clave para entenderte. 
La luz tenue 
que te desdibuja en la pared del comedor.

El ventilador girando, 
tu pelo acompasado, bailando, desenvuelto.
Como las cintas de un regalo, 
por abrir. 

Sonaba jazz, 
mientras el agua recorría tu vientre, 
bajaba por tu cadera sin pedir permiso, 
se materializaba hasta tus muslos, 
me descubrí carnívoro. 

Aquel cuarto día de primavera, 
la ciudad a tus pies, 
el mundo en un retrovisor. 
Las farolas reprochándote el porque, 
siempre nos quedará París en la mano. 

Tu voz se desnudó, 
había llegado la hora de la despedida. 
Tan sólo un aeropuerto entre los dos. 
Un viaje lleno de sentimiento. 

Y miento, si te digo que te olvidé. 
(aún lo hago)

3 comentarios:

  1. Recordar siempre, aunque duela. Cuando uno olvida lo que fue el pasado, tiende a cometer los mismos errores, las mismas habitaciones, la misma canción de jazz improvisada.

    Cuídate.

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  2. Aquí el señorito de arriba tiene mucha razón :)

    Aunque quizá hay que olvidar nuestra forma de ver ciertas cosas de la manera que lo hacíamos.. siempre añadir la experiencia.

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  3. Creo que como dice Ladrón, aunque duela, recordar nos ayuda a cometer menos errores y a encontrar las canciones y las habitaciones de hotel correctas.

    Abrazos, mil millones de gracias por estar ahí.

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